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sinopsis

El arte dramático, de todas las expresiones artísticas es la más complicada. ¿Por qué? Porque yo como actor, construyo seres humanos que deben ser creíbles o de lo contrario nadie me va a escuchar. Ahí reside el talento de un buen actor.
No sé dónde llegaré pero podéis estar seguros que estoy trabajando por hacerlo lejos en este mundo. Cada día estoy un poco más cerca de hacer realidad esta necesidad vital.
Espero daros más alegrías y poder brindar por ellas con todos vosotros.
AGENTE

Vicente Haro

Talent Agency

Cine, Televisión y Teatro con más de veinte años de experiencia en el sector.

"Como actor y como ser humano me entrego sin límites. Sólo así se organiza todo: tripas, corazón y razón. Eso es ser orgánico y lo que me da la posibilidad de decir y vivir cosas que otros no se atreven."

- Alberto de Lucas

"Como actor sé que lo soy a toda costa, a pesar de mí. Evito caer en el pudor o en el prejuicio, para poder disfrutar en plenitud de la creatividad que posibilita la libertad."

- Alberto de Lucas

“Aliento a pensar no sólo en cómo quiero que se vea mi trabajo, sino también en cómo me gustaría que las personas pensaran o sintieran cuando lo vean”

- Alberto De Lucas

“La libertad solo existe cuando se hace uso de ella"

- Pepe Mújica

“Actuar no se trata de disfrazarse. Actuar se trata de desnudarse”

- Glenda Jackson

  1. Mi nombre es Alberto de Lucas

    Vine al mundo en un barrio obrero de Portugalete, un pueblo vizcaíno en la margen izquierda de la Ría del Nervión. En España aún mandaba Franco, pero los cambios estaban próximos a llegar. Era la víspera de San Fermín del año 1970 casualmente el mismo día que nació Sylvester Stallone, Geoffrey Rush o el mismísimo Tenzin Gyatso, el décimo cuarto Dalái Lama.

  2. Dibujo de Tenzin

    1971

    Al contrario que el bueno de Tenzin, desconozco si me reencarné, surgí por generación espontánea, o fui el fruto de una mala planificación familiar. El caso es que llegué y ya que estoy aquí, os confieso que tengo la intención de quedarme un rato, con el firme compromiso de tratar de hacer la vida de los demás algo más llevadera, o cuando menos, que mi trabajo permita suavizar el impacto de la realidad.

  3. 1975

    A pesar de lo difícil de aquel tiempo, traté de ejercer bien mi profesión de niño y viví a tope.

    Uno de los recuerdos que tengo de mi infancia tiene que ver precisamente con actuar. En preescolar, mi profesora necesitaba una tarde al mes para rellenar los recibos con la mensualidad. Me subía a su mesa, que hacía las veces de un improvisado escenario y allí daba rienda suelta a mi imaginación. Durante dos horas vivía las vidas del lobo, de caperucita, los tres cerditos, los gigantes y como no los piratas de los mares del sur. Ella necesitaba dos horas y yo necesitaba mostrar mi arte.

  4. 1976-1988

    ¡Llega el colegio!… la peor experiencia de mi vida. Mis progenitores me enviaron a uno de curas. Caí en las garras de aquellos lobos con piel de cordero, aquellos desalmados que disfrutaban tratando de anular a quien como yo, no encajaba ni en sus estrechos perfiles educativos, ni en su adoctrinada estructura vital. Tenían la sensibilidad de una porra de albañil en lo concerniente a la expresión del alma y a sus formas estéticas y artísticas. Cobardes que no se atrevían a vivir una vida en color, y además miserables, por tratar de quitarnos las ganas de ello a otros. ¡Pero conmigo dieron en hueso!

    Pero bueno… no todo fue malo. Estaban los festivales navideños donde hacíamos teatro y el colegio disponía de su sala de cine, y había un cine fórum, y biblioteca

  5. 1979

    Nace mi hermana la pequeña y se cierra la fábrica de hacer criaturas. Soy el segundo de cinco hermanos, pero como dice mi madre: “No tuve cinco hijos. Tuve cuatro y Alberto” así que, sabiendo que mi madre era por aquel entonces un ser pragmático y programado para la crianza, se puede deducir de esa aseveración que… las preparaba de primera. ¡Pero qué bien me lo pasaba! Si la aventura merecía la pena, había que vivirla. El castigo era un daño colateral soportable.

  6. 1980

    Con diez años participé en mi primera función teatral.

    Era una pequeña pieza adaptada de una serie de la BBC «Yo, Claudio» que se había estrenado en España en 1978, justo un año antes. En ella un Derek Jacobi inconmensurable daba vida al Emperador Romano Claudio. Aquel actor de teatro Shakesperiano que imitaba a la perfección la tartamudez y la cojera, de gesto medido, nada sobreactuado, me enseñó sin darme cuenta a amar la profesión.

  7. 1985

    ¡La liamos! llegó la adolescencia, y una juventud alocada, llena de cambios estéticos en busca de mi propia identidad.

  8. 1993-1998

    ¡Me voy a la mili! Abrazo la vida castrense. Mi paso por el ejército me dejó innumerables recuerdos pero sobre todo el sabor de la camaradería que se vivía entre los llamados a filas. Sabía que pertenecía a algo más grande que yo y que siempre tendría cerca a un compañero capaz de dar la vida por mí, de igual manera que yo la daría por él. Eso es una experiencia única y que, en cierto modo echo de menos.

  9. 1998-2005

    He sido inquieto por sistema, jamás me he quedado mucho tiempo en un sitio. Dejé las fuerzas armadas y comencé mi carrera profesional en el buceo. Sin duda fue lo mejor que hice en mi vida. Trajo personas que me cambiaron por completo y que imprimieron un nuevo rumbo.

  10. 2005

    Me casé y forme una familia. Me dediqué en alma, vida y corazón a su desarrollo, ayudé a mi esposa en la consolidación de su carrera y crié con amor y respeto a nuestros hijos, algo de lo que me siento en profunda gratitud con la vida por haberme dado esta maravillosa oportunidad. Sin ellos no sería la persona que soy hoy en día.

  11. 2014

    Pero al final llegó mi momento, el que estaba esperando. Desde que tengo recuerdos si algo me gustó siempre fue actuar. Lo que en realidad me seducía con una potencia sin igual, con una fuerza imparable era vivir las vidas de otros, que a fin de cuenta es lo que hacen los actores y las actrices de verdad. Me imaginaba saliendo en el cine, siendo hoy un cura, mañana un gánster y al otro un banquero respetable de día, que por las noches se traviste sin que lo sepa su familia ni amigos. Todo eso era algo que me poseía. Yo soñaba todos los días, desde niño. Siempre me gustó mostrarme y cualquier momento era bueno para comunicar… Y actuar era para mí la forma natural de hacerlo.

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